Imagina un cielo limpio, extensos encinares y alcornoques salpicando la dehesa, y nuestros cochinos ibéricos disfrutando de su época favorita del año. Así es la montanera, un auténtico festín natural que transforma la calidad de los Jamones de Bellota. Este periodo, entre octubre y febrero, es mucho más que una etapa de engorde, ¡es el momento en que naturaleza y tradición se unen para crear algo extraordinario!
Las bellotas, nuestro punto de partida
¿Qué tiene de especial este banquete? La clave está en las bellotas. Estos pequeños frutos, que caen generosos de las encinas y los alcornoques, están cargados de magia. Son ricas en ácidos grasos monoinsaturados, los mismos que encuentras en el aceite de oliva virgen extra (AOVE), y aportan antioxidantes y energía natural. Nuestros cochinos se alimentan de ellas mientras recorren la dehesa, fortaleciendo sus músculos y logrando esa grasa infiltrada que da a nuestro jamón una textura jugosa, untuosa y veteada. Cada bocado de nuestro Jamón de Bellota Castro y González lleva consigo ese sabor dulce y aromático que solo las bellotas pueden ofrecer. ¡Una invitación para poner a prueba tus sentidos!
Año a año, mirando al cielo
Pero todo esto depende del capricho del clima. Vivimos pendientes del cielo durante los meses previos a la montanera. Necesitamos lluvias generosas para que las encinas produzcan bellotas carnosas y tiernas. Es un equilibrio delicado: demasiado seco, y el banquete pierde su esplendor. Por eso, cada pieza de nuestro jamón es el resultado de un trabajo conjunto entre la naturaleza, el tiempo y nuestra dedicación. Un proceso tan artesanal como delicioso, en el que la naturaleza tiene la última palabra.